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RELATO DE NACIMIENTO: LIAM

  • Foto del escritor: mamayurvedica
    mamayurvedica
  • 1 sept 2021
  • 8 Min. de lectura

Actualizado: 3 nov 2021

Después de dos años de tu nacimiento comparto este relato que escribí en su día:

Hace 21 días que naciste y hasta hoy no he podido apartarme de ti un ratito para contar nuestra experiencia. Me he pasado estos días llena de oxitocina, la hormona del amor, tumbada y sentada a tu lado, conociéndote, mirándote, mimándote, protegiéndote y alimentándote. Eres un dormilón y un glotón, aunque a veces algo inquieto, parece que serás un niño muy bueno.

Llegaste antes de tiempo de la fecha improbable de parto en la semana 39+1. Todo empezó un viernes 23 de agosto cuando entrabamos en nuestra semana 39, me levanté de la cama para ir al baño y descubrí que estaba sangrando. Rápidamente saqué fotos del sangrado y se las envié a las comadronas de parto en casa. Ellas me dijeron que acudiera al hospital para saber si todo estaba bien, ya que podía ser que mi útero fuera sangriento o bien desprendimiento de placenta. Esa semana mi pareja trabajaba de noches, por lo que a esa hora solo llevaba una hora y media durmiendo, así que desayunamos mis padres, nuestra hija y yo, nos vestimos todos y cuando ya estábamos listos, desperté a mi pareja, que se levantó como un rayo y no dudo en acompañarnos al hospital.

No estaba muy preocupada, el día anterior había tenido control con la ginecóloga y visita con las comadronas, el niño estaba colocado en fase 5, pero nada parecía indicar que el parto se acercaba.

Al llegar al hospital me pusieron monitores (correas) y vieron que el bebe estaba bien, me querían hacer un tacto pero me negué y eso parece que no le sentó muy bien a la comadrona, que me decía que si no quería un tacto y con el monitor bien, ya me podía ir a casa. Insistí en que me hicieran una ecografía para que nos aseguraran que la placenta estaba bien, ya que seguía sangrando. Finalmente, después de mucho rogar y esperar llegó una ginecóloga que me hizo un espéculo y al sacar un coágulo bastante grande de sangre decidió hacerme la eco. En ella nos acabaron de confirmar que todo seguía su curso. Para prevenir prefirieron que me quedará ingresada esa noche y así poderme ir haciendo monitores cada tanto.


Me sacaron sangre, dos veces porque la primera muestra se les había coagulado. La analítica nos trajo una mala noticia, mis plaquetas habían bajado por debajo de los 100.000 y eso significaba que si no subían no podría parir en casa. Quedamos con las comadronas que me haría otra analítica el lunes a ver si habían subido.

Que noche más larga…empezaron las contracciones y mucho dolor de riñones, por lo que apenas dormí y me pasé la noche paseando, sentada en la pelota, duchándome con agua caliente…en compañía de mi madre, ya que mi pareja se fue a dormir con nuestra niña.

Bien tempranito me vinieron a buscar para volverme a llevar a poner los monitores, me dejaron conectada como una hora, ¡que tortura, no me podía mover!... y luego otra hora de espera para que viniera el ginecólogo y me valorara...yo seguía con mis contracciones y no paraba de pasearme por la habitación, en cuanto llego el ginecólogo me dio el alta informándome de que el sangrado era residual y que ya había informado a mi ginecóloga. Así que me volví a la habitación y ya me habían retirado el desayuno, con un hambre abismal recogí mis cosas y en cuanto me dieron el parte de baja, nos vinieron a buscar y nos fuimos.

Ya en casa estuve un rato con la pelota mientras Salma me acariciaba la cabeza, luego me metí en la bañera con agua caliente, dicen que si al meterte en agua caliente paran las contracciones es que no estas de parto, y eso es lo que paso, así que no estaba de parto. Al rato me tumbé para intentar descansar porque el dolor de riñones no remitía y de repente tuve que levantarme corriendo a devolver, que sensación tan extraña, estaba devolviendo y haciéndome pis a la vez, pero desafortunadamente eso no era pis más bien parecía rotura de bolsa, así que ya por la tarde de vuelta al hospital.


En CIMA me volvieron a poner las correas y me confirmaron que había roto bolsa, por lo que se activaba el protocolo de 12hrs para que te pongas tu sola con contracciones de parto, sino te inducen con oxitocina. Menos mal que esta vez nos atendió un comadrón de 10, llamado Ivan. Él sabía que quería un parto en casa, pero que como ya no podía ser, iba a intentar que fuera lo más natural y respetado posible. Le explicamos nuestro plan b que era parir en el hospital en la sala de parto en el agua, que nos habían dicho que podían asistir nuestras comadronas. Resulto que días antes habían cambiado los protocolos y solo podía acceder un acompañante, así que tampoco podrían estar ellas.

Yo ya estaba muy cansada y desanimada, solo encontraba trabas en el camino, no tenía fuerzas y estaba a punto de tirar la toalla, me daba igual todo, solo quería que me quitaran el dolor de riñones y si al final me ponían oxitocina y epidural me daba lo mismo.

Me subieron a la habitación y al rato llegaron nuestras comadronas, cargadas de optimismo, buena vibra y energía positiva. Me vieron la cara he intentaron animarme con todo su arsenal (acupuntura, aromaterapia, homeopatía) y en media hora me hicieron de todo. Al moverme las agujas empecé con contracciones, la acupuntura me hizo efecto al instante. Llegó el comadrón y nos dijo que había estado hablando con mi ginecóloga y que nos proponían ponerme un óvulo de prostaglandina que me haría efecto sobre las 4 horas y me ayudaría a dilatar. Nos dejaron solas para que lo habláramos, mi pareja me hablo sinceramente y me dijo: “llevas 9 meses dándome el coñazo con el parto natural y ahora me dices que ni siquiera lo vas a intentar”. Esas palabras me hicieron despertar y aunque seguía sin fuerzas dije que sí, aunque con la boca pequeña.

El reloj corría en nuestra contra, ya eran las 8 y si no me ponía de parto a las 12 me iban a inducir con oxitocina y eso significaba epidural segura, ya que las contracciones de oxitocina son más fuertes. Así que finalmente decidimos que me pusieran el óvulo y me bajaron a sala de partos. Una vez allí me dijeron si quería ponerme una vía porque me tenían que sacar sangre, yo me negué prefería que me pincharan y que esperaran hasta el final para ponerme la vía. Me sacaron sangre y me colocaron los monitores, allí tenía que pasar dos horas sin apenas poderme mover. Quedamos con las comadronas que ellas se iban a cenar y que en dos horas nos volvíamos a ver en la habitación para seguir con acupuntura, masajes...

A la media hora empezaron las contracciones, me coloqué sentada aunque era un rollo porque la correa que reproducía el latido del bebe perdía la señal todo el tiempo y tenía que irla sujetando. A la hora las contracciones ya eran bastante más intensas y seguidas, a la hora y media ya no podía descansar entre una y otra, por lo que pedí a Taty que llamara a alguien. Apareció la comadrona del viernes (habían cambiado el turno) me hizo un tacto y me dijo que estaba de 2 cm, yo no me lo podía creer, pensé que si tenía que dilatar hasta 10 con esas contracciones no lo iba a aguantar...entonces apareció el ginecólogo de guardia y me examino, él me dijo que estaba de 8cm, ¡¡¡que alegría!!!y le dijo a la comadrona que como me había mirado.

Les pedí ir al baño, así que me desconectaron y al intentar hacer pis empecé a sangrar y me entraron muchas ganas de empujar: “uy que empujo” y Taty “no, no empujes”, salió corriendo para volverles a llamar... En ese momento me asusté me miraba la mano llena de sangre temblando y le decía al ginecólogo si ya no podía tener mi parto en el agua. Él reaccionó de inmediato pidiéndole a la comadrona y al auxiliar que fueran ya a preparar la bañera y llamo por teléfono a mi ginecóloga para que viniera cuanto antes. Allí nos dejaron a Taty y a mi solas, yo con mis ganas de empujar y Taty pidiéndome que no lo hiciera, ya nos veíamos teniendo allí a nuestro pequeño sin que se enterara nadie.

Al rato vinieron a buscarme y en una silla de ruedas me desplazaron a la sala de partos natural: apenas luz (solo una lamparita), música y la esperada bañera. Que sensación tan placentera poder entrar en el agua caliente y sentirme libre, por fin me podía mover como quería y hacer lo que quería. Pero mi placer fue interrumpido por la comadrona, primero no encontraba la linterna, luego que saliera, que el agua estaba muy caliente, ¡que desastre! Las contracciones se espaciaron y aunque eran más intensas las soportaba a mi manera (chillando y metiéndome en mi mundo). Me moví hasta que encontré mi posición, tenía que ver a Taty y tocarla por lo que me coloqué de cuclillas frente a ella, mientras ella me acariciaba y me iba echando agua. Me entraron como ganas de cagar y exclamé ¡que me cago! pero simplemente era la presión. Luego me dio una rampa y chille ¡ay! Me dijeron contracción y yo ¡no, rampa! A todo esto seguían sin aparecer la comadrona de parto en agua y mi ginecóloga, y aunque yo no quería parir con aquella comadrona no sabía cuanto tiempo iba a poder aguantar sin sacar a mi chiquitín, que ya pedía paso.

Intuitivamente me toqué y noté la cabeza, informando a la comadrona, por lo que la auxiliar se levantó cagando leches y fue a ver donde estaban la gine y la otra comadrona, ya que la cosa era inminente. ¡Aparecieron al fin! Ellas me fueron guiando, pautándome la forma de respirar, de empujar, explicándome lo que iba a sentir en cada momento. Llegó el anillo de fuego y con él un escozor intenso. Yo me sentía tranquila y confiada, en dos pujos salió la cabeza y en otro más todo el cuerpo, disparado hacía detrás, pero al estar ligado al cordón apareció Liam entre mis piernas. ¡¡¡Madre mía que emoción, que alegría!!!lo cogí y lo miré, ya estaba en mis brazos ya lo teníamos aquí, 23:22hrs! Él y yo en el centro rodeados de 5 mujeres, que energía más mágica y ancestral se creó, las palabras se quedan cortas para describir algo tan especial.


Taparon a Liam con una toalla y me invitaron a salir del agua, me tumbé con él para seguir haciendo piel con piel. Me pincharon oxitocina para el alumbramiento de la placenta, para prevenir una hemorragia, y con un pequeño pujo salió sola. Me desgarre un pelín, así que pinchazo de anestesia y dos puntos. Finalmente cortaron el cordón, ya llevaba rato sin latir y nos dejaron solos a Taty, a Liam y a mi. Estábamos eufóricas, pletóricas y felices. Aún no dábamos crédito a esos acontecimientos y perdimos la noción del tiempo. A Liam le realizaron el test de apgar y le pusieron la vitamina K sin separarlo de mi y no le pesaron hasta el día siguiente.

A la 1 de la mañana nos subieron a la habitación y nos trajeron la cena, ¡qué bien sabía después de más de un día sin comer! Seguíamos cargadas de oxitocina, pero a las 2 intentamos descansar un poco.

He aprendido que en un parto no se deben poner grandes expectativas, ya que todo puede cambiar de un momento a otro, que tienes que tener la mente muy abierta y que, aunque pongas mucha ilusión en tu parto deseado y soñado, todo se puede llegar a torcer y tienes que estar preparada también para ello, tener un plan B.

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© mamayurvédica                                                  Barcelona    Elisenda Berninches Milelire   618771166   mamayurvedica@gmail.com 

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